Benjamin Lysaniuk es responsable de investigación en el CNRS (Centro Nacional de la Investigación Científica, de Francia) y en comisión de servicios en el IRD desde julio de 2018. Benjamin trabaja en Colombia, en la Universidad de Los Andes, y forma parte de un equipo internacional que se dedica a analizar el riesgo de exposición medioambiental al amianto en un municipio ubicado a 25 kilómetros al suroeste de Bogotá. Luego de concluir una tesis en geografía medioambiental, integró – en el marco de un postdoctorado en el CNRS – un programa franco-japonés que tenía como objetivo identificar los lugares de exposición profesional al amianto en regiones específicas de estos dos países. Luego de este postdoctorado y de varias misiones de enseñanza llevadas a cabo en paralelo, se presentó al concurso de responsables de investigación en el CNRS y logró incorporarse allí en 2012. Especialista de los riesgos sanitarios, se interesa en los factores de riesgo (y en su espacialización) de ciertas enfermedades crónicas (cánceres principalmente) o de enfermedades infecciosas (gripe, paludismo, etc.).
Hola Benjamin, para empezar, ¿podrías decirnos en unas palabras cual era tu visión de la profesión de investigador cuando eras pequeño? ¿Siempre quisiste hacer esto?
«No, retrospectivamente, no puedo decir que siempre quise orientarme en esta dirección. Mis primeros sueños profesionales de niño, arrullado por las tormentas estivales y las caídas de nieve invernales en mis tierras alpinas de origen, me hacían más pensar que iba a tener un futuro vinculado a la meteorología. Nacido en una familia modesta en la cual los estudios superiores no eran la norma, no estaba “programado” para la profesión que ahora ejerzo. Sería poco original al evocar mi situación actual como el resultado de un doble azar: el de una trayectoria universitaria mezclando, con más o menos éxito, ‘’ciencias físicas y químicas” con “geografía” y el de reuniones creativas (con mi directora de tesis específicamente).
Poca originalidad también cuando hay que hablar de los aspectos que más me gustan en la profesión de investigador y que probablemente son compartidos por muchos de mis colegas: una gran libertad de elección (que, en mi criterio, hay que defender más que nunca), la felicidad de trabajar en equipo, la movilidad que permite esta profesión y, finalmente, la satisfacción –a veces- de ver algunos modestos resultados de investigación tener impactos concretos en el debate público”.
¿Podrías explicarnos brevemente en qué consiste tu programa de investigación?
“El programa de investigación que motiva mi presencia en Colombia es la consecuencia de un trabajo iniciado por mis contrapartes de la facultad de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Los Andes en Bogotá. Desde 2015, los medios colombianos han reportado un número inusualmente alto de pacientes que tienen un cáncer específico (el mesotelioma pleural) en el municipio de Sibaté.
Con el objetivó de confirmar científicamente esta percepción, un grupo de investigación, dirigido por el Profesor Juan Pablo Ramos Bonilla iba a empezar una encuesta epidemiológica en el campo. Es – otra vez – por casualidad que el encuentro con él, que sería después mi colega (y un amigo) se produjo: nuestros artículos científicos fueron colgados uno al lado del otro en un congreso de epidemiología medioambiental en Roma en 2016. Este encuentro marcó el inicio de una colaboración en la cual mi formación de geógrafo fue decisiva para espacializar los lugares con riesgo de presencia de amianto en la zona definida.
Seis años después, con la ayuda de la ANR (Agencia Nacional de la Investigación) y en particular el programa ERASEd, pudimos confirmar la presencia de un clúster de mesiotelomas pleurales en este municipio, analizar el riesgo real de exposición al amianto en las zonas contaminadas y proponer una primera aproximación cartográfica de los sectores rellenados con – entre otros materiales – amianto deleznable.
Mi participación en este equipo me permitió también involucrarme en otros proyectos, como por ejemplo, en la redacción de un Perfil Nacional Amianto de Colombia (en proceso) o en la preparación (en proceso también) de un gran programa de investigación cuyo objetivo es realizar un inventario del amianto existente en Bogotá. Ambos trabajos son consecuencia de la promulgación de la ley de prohibición del amianto, que entró en vigencia en 2021 en el país.”
¿De manera muy concreta, cuáles son los impactos de tus trabajos de investigación en la sociedad civil?
Mi día a día de investigador está, por lo general, compuesto de una sucesión de tareas, clásicas en este campo, en las que se suceden fases en el campo, análisis de datos y difusión de los resultados. Algunas tareas complementarias completan este panorama: animación de la investigación, dirección de estudiantes, y a veces enseñanza.
En el caso específico del programa de investigación llevado a cabo en Colombia, la difusión de los resultados a los decidores locales, regionales o nacionales tiene un objetivo fundamental. Los resultados nos permiten alertar a las autoridades – con pruebas concretas – sobre la existencia de un peligro real. De esta manera, promovimos la creación de un comité intersectorial cuyo objetivo es gestionar el riesgo del amianto en Sibaté.
Y en este contexto, ¿cuáles son tus vínculos con el IRD?
«La relación que tengo con el IRD empezó, paradójicamente, en el momento de mi contratación en el CNRS. En efecto, tuve la suerte de formar parte, desde 2012, de la UMR PRODIG que cuenta entre sus múltiples organismos rectores, al IRD y al CNRS. Por otro lado, tuve el gusto de trabajar puntualmente entre 2013 y 2015 con colegas del IRD, del campo de las ciencias biomédicas, en el marco de un programa de investigación en Benín. Los intercambios con mis colegas geógrafos del IRD me permitieron tener un mejor conocimiento del Instituto durante mis primeros años como investigador.
Desde 2016, mientras que se perfilaba una posible colaboración de investigación con las contrapartes colombianas, tuve el apoyo incondicional de mi UMR (y de los dos directores del laboratorio de la época: Jérôme Lombard et Géraud Magrin) y después del IRD para materializar progresivamente esta colaboración: misión de corto plazo en 2016 gracias a la UMR PRODIG, misión de largo plazo en 2017 financiada por el IRD y, finalmente, comisión de servicios en el IRD en 2018”.
Para terminar con un relato un poco más ligero, ¿podrías contarnos una anécdota que te impactó, algún recuerdo memorable en el campo?
"Cuando se trabaja sobre un riesgo sanitario, se es incapaz de mencionar una anécdota divertida ya que el contexto es pesado e importante. Pero, en las salidas de campo, hubo a veces, situaciones graciosas como, por ejemplo, cuando realizábamos una campaña de medida de las fibras de amianto en el aire, reproduciendo actividades reales que hacen los grupos en riesgo (activity based sampling), allí, los vecinos pudieron observar, varias veces, a algunos investigadores en overoles jugando – literal – en un arenero!"
Muchas gracias Benjamin por contestar a nuestras preguntas y sigue así, con tus trabajos de investigación en Colombia!